Política

La desconfianza y la pandemia retardan el intercambio de datos policiales entre Venezuela y el Caribe

La ausencia de cooperación entre los cuerpos de seguridad alarga los tiempos de espera por antecedentes penales y otras gestiones

El 12 de agosto, la oficina de Interpol en Venezuela ofició a su par de Trinidad y Tobago, en respuesta a una solicitud de información sobre los antecedentes de tres hombres, detenidos en flagrancia cuando intentaban hurtar dinero de un cajero automático en el centro comercial Atlantic Plaza de Point Lisas, una población costera a 25 kilómetros al sur de Puerto España.

La petición de datos tenía apenas pocas horas en el escritorio de los agentes en Caracas. Sin embargo, se refería a un procedimiento que, según lo reportado por la propia policía trinitaria, fue llevado a cabo el 21 de julio, es decir, 23 días atrás.

En otras palabras, las autoridades trinitarias estuvieron más de tres semanas sin conocer a ciencia cierta cuáles eran los antecedentes de los individuos que tenían en custodia, gracias a la acción de los funcionarios del Escuadrón contra Fraudes.

Al finalizar la búsqueda en el Sistema Integrado de Información Policial (Siipol), los agentes en Venezuela no encontraron nada notable sobre dos de los apresados (Angel Daniel Bedoya y Jesús Miguel Marcano Brito, de 23 y 25 años de edad, respectivamente). En cambio, Erasmo José Palacios Martínez, de 43 años, tenía tres registros policiales, por homicidio intencional, lesiones y fuga de detenido. Era el líder del grupo.

Para mayor dificultad, los policías trinitarios habían confundido los apellidos de los venezolanos. A uno lo identificaron como Bedaya y al mayor de los tres le pusieron Pacacious.

Asi se desarrolla el intercambio de datos entre cuerpos policiales de Venezuela y el Caribe en tiempos de pandemia.

Trinidad, sin embargo, mantiene abiertos los canales de comunicación con el gobierno venezolano. Lo que teóricamente agiliza el intercambio de informaciones en el plano policial.

Suspicaces

En el caso de las islas del Caribe Neerlandés, el flujo de datos desde y hacia Venezuela también se ve dificultado. Por ejemplo, el jueves 12 de agosto los Guardacostas del Caribe apresaron a 12 venezolanos que iban en una lancha hacia Curazao. En principio, se trataba de una operación de control a inmigrantes ilegales. Pero al revisar los equipajes se detectó que había más de 1,2 toneladas de drogas, entre cocaína y marihuana.

El servicio de Guardacostas detuvo una embarcación que salió del estado Falcón

Luego de diez días, los funcionarios policiales apostados en Caracas no habían recibido la notificación correspondiente a este procedimiento. Generalmente, se trata de consultas sobre los antecedentes que puedan tener dichas personas en el país.

Cuesta mucho obtener información de ellos”, recuerda la expresidenta de la extinta Comisión Nacional contra el Uso Ilícito de Drogas (Conacuid, actual ONA), Mildred Camero.

Según la antigua funcionaria, las autoridades de las islas del Caribe Neerlandés trabajan los casos de drogas con extremado hermetismo.

“Ellos son muy suspicaces”, dice Camero a Crónicas del Caribe.

Indicó que el Reino de los Países Bajos, al que estas islas pertenecen, tienen protocolos para el intercambio con Venezuela de informaciones relativas a casos judiciales.

Por otra parte, las relaciones entre los Países Bajos y Venezuela están formalmente rotas, debido al reconocimiento dado por ese reino a la presidencia interina de Juan Guaidó.

En la práctica, esto ha retardado los procesos judiciales que involucran al Caribe Neerlandés y al país suramericano. Por ejemplo, la extradición del exministro de Finanzas curazoleño, George Ranjit Mohamed Jamaloodin, tardó más de un año en ejecutarse. Este exfuncionario era solicitado internacionalmente por el asesinato del líder opositor Helmin Wiels.

La lentitud podría prolongar el juicio de extradición contra Julio Alberto Guerrero, alias Kuchi, de 33 años de edad, señalado por dos casos de sicariato en Curazao. Este hombre fue detenido en Coro por la Policía Nacional.

“Ellos no creen mucho en los investigadores venezolanos. Y por eso cuesta trabajar con ellos”, afirma Camero.

Comentarios de Facebook

Artículos relacionados

Botón volver arriba