Venex Curacao denuncia maltratos a migrantes detenidos en Willemstad: “Muchos no resisten y piden ser deportados”
A pesar de cuestionar la ausencia de un marco legal que dé protección a las extranjeros son documentos, la ONG comenta que “desde hace un año, por la pandemia, cesaron las persecuciones”
La organización no gubernamental Venezolanos Residentes en Curazao (Venex Curacao) está activa desde el año 2012, pero fue en 2014 cuando lograron registrarse ante la Cámara de Comercio de la isla. Hace ocho años procuran que los venezolanos se adapten a las costumbres curazoleñas.
“Antes nos respetaban. Muchos aprendieron español con nuestras novelas. Ahora las cosas han cambiado”, admite el directivo de Venex Curacao, Carlos Rivas, en una entrevista para Crónicas del Caribe.
El activista manifiesta que algunos medios de comunicación se han encargado de magnificar los delitos donde están involucrados los venezolanos. También comenta que se han reportado ciertos actos de xenofobia en autobuses y otros sitios públicos.
Rivas llegó a Curazao en 1998, cuando vio que “un criminal” asumiría la Presidencia de Venezuela. Acérrimo crítico de la gestión chavista y atento a la emergencia humanitaria que sacude a su tierra natal, ayuda a los compatriotas que toman una lancha para huir del régimen autocrático de Nicolás Maduro.
Junto a Jennifer Sifontes, quien está en la presidencia de Venex Curacao, y Ana Madero, directiva de la ONG, trabaja ad honorem. Se activan después del horario laboral, y si no pueden atender una emergencia, la derivan a otra fundación. “Esto lo hacemos sin fines de lucro”, subraya.
En los últimos años se ha redoblado la gestión de Venex Curacao con la llegada de más venezolanos. Rivas destaca un reciente informe del Ministerio de Justicia sobre la cantidad de esos inmigrantes en la isla: son 17 mil en total, 8 o 6 mil ilegales.
No existen datos fidedignos del número de indocumentados. Hay personas que temen ser deportadas y evitan cualquier sistema de control. Sin embargo, afirma que “desde hace un año, por la pandemia, cesaron las persecuciones”. El gobierno saliente de Eugenne Ruggenaath se comprometió a vacunar sin la amenaza de la deportación. La fundación Salù pa Tur se encarga de distribuir las dosis de Pfizer y Moderna.
“Ellos (Salù pa Tur) tienen registros de esos indocumentados vacunados que el gobierno no ve, pero no son revelados porque cumplen un compromiso de confidencialidad”, aclara el vocero. En Willemstad trabajan de la mano con las organizaciones internacionales Acnur (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados) y Cruz Roja.
Las vacunas llegan desde Holanda. Ese país, además, envía alimentos que también reciben los migrantes irregulares a través de una tarjeta que presentan en los supermercados. Curazao es un estado constituyente del Reino de los Países Bajos y, en plena crisis económica por la paralización de la refinería Isla y la actividad turística, se ha vuelto más dependiente de la nación europea.
Sin amparo
Aunque reconoce que el plan de vacunación es lo mejor que ha hecho Ruggenaath en todo su gobierno, Rivas lamenta que los migrantes presos por entrar ilegalmente a Curazao no tengan el mismo trato que los indocumentados que están en libertad.
Desconoce la cifra exacta de venezolanos presos por irrespetar las leyes migratorias. Crónicas del Caribe publicó recientemente una noticia sobre seis encarcelados. “Algunos optan por contratar abogados particulares”, indica Rivas. Si no, reciben la asesoría de Human Rights Defense, es difícil detectarlos.
“Es cruel lo que viven. Muchos no resisten y piden ser deportados”, manifiesta el representante de Venex Curacao al recordar que Venezuela sufre una crisis humanitaria provocada por el autoritarismo chavista.
Prefiere que sean enviados a países que sí reciban refugiados. Él recuerda que Curazao es autónomo desde 2010, y desde esa fecha no actualiza los convenios internacionales que amparan a esas personas que salen en busca de protección. Espera que el nuevo gobierno de Gilmar Pisas -que asume en mayo- atienda esta demanda.
“Nos hemos reunido con funcionarios, inclusive con el actual primer ministro, pero no dan respuestas. Aceptaron a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, pero luego volvieron a reconocer a Maduro, y por eso el silencio”, declara.
Rivas comenta que en Curazao temen un desborde de extranjeros por la cercanía con Venezuela. La antilla es habitada por 160 mil personas y no cuenta con infraestructura suficiente para recibir a tantos inmigrantes.
“Yo si estuviera en Venezuela no vendría a Curazao, porque en otro país latinoamericano tengo más oportunidades de trabajo. Y se suma el problema del idioma”, expresa. Pero entiende que en medio de la desesperación, para muchos lo importante es salir.
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