Migración

Historias del naufragio: Natalia regresó hace dos años de Curazao con el objetivo de volver con sus papeles en regla

La joven de 27 años figura en la lista de los 14 desaparecidos de la lancha que zozobró en aguas curazoleñas. Tiene un hijo de 8 años que sufre de epilepsia

La mamá de Natalia José Noguera Maldonado jamás imaginó que su hija de 27 años tomaría un viaje clandestino para irse a la isla de Curazao.

Los planes eran otros muy distintos. Buscaba trasladarse a España, pues necesitaba hacerse una operación en las piernas y una tía que está en Europa le ofreció ayuda para el tratamiento. Por eso su sorpresa fue mayúscula cuando su otra hija la llamó por teléfono para decirle: “Natalia está desaparecida en la embarcación que salió para Curazao. No llegaron”.

Natalia José Noguera Maldonado, de 27 años, forma parte de la lista de 14 desaparecidos en el naufragio

Natalia José Noguera Maldonado es una de las 14 personas desaparecidas en el naufragio de la lancha Piská Fresku Curacao que el domingo 2 de marzo partió de San José de la Costa, en el estado Falcón, rumbo a Curazao. La Guardia Costera del Caribe Neerlandés logró rescatar a diez personas, aunque una –María Guadalupe Jiménez Navarro– falleció en Willemstad.

Emilia Maldonado cuenta que la noticia le cayó como un balde de agua fría. Nunca pensó que su hija emprendería esa travesía sin siquiera consultarle. De hecho, el mismo domingo 2 de marzo, ella habló con Natalia y hasta le mandó la foto de unas cotizas que le había comprado a su nieto.

Muchas preguntas rondan la cabeza de la señora Emilia. ¿Por qué su hija no le contó que regresaría a Curazao de forma clandestina? Natalia conocía los riesgos del mar y de caer en la trata de personas, flagelo sufrido por viajeros de otras embarcaciones, incluidos vecinos de la familia.

La estafa

La madre de Natalia cuenta que la joven salió de su casa, en el sector La Pista de Las Malvinas en el municipio Colina, hace más de seis años con destino a Colombia.

Luego, una amiga le consiguió un trabajo en un restaurante de Curazao y una carta de invitación. Gracias a ese trabajo, pudo mantener a sus padres, cubrir los gastos de su único hijo, que actualmente tiene ocho años, y hasta ayudar a sus hermanos.

La señora Emilia Maldonado, madre de la joven Natalia. Crédito: Eliana Palencia

Hace un par de años, Natalia quiso formalizar su estadía en la isla. En el restaurante le prestaron el dinero para pagar la asistencia de una abogada, que le recomendó abandonar la isla de forma voluntaria, mientras ella tramitaba los documentos para legalizar su situación.

Natalia siguió la sugerencia de la abogada. Regresó a Falcón y comenzó a hacer cursos de uñas y peluquería, para irse más preparada en el momento que le dieran su permiso. Sin embargo, la espera se hizo eterna y concluyó en una presunta estafa por parte de la abogada.

Fracasada la diligencia en la isla, Natalia y su madre resolvieron que volaría a España para tratar su problema en las piernas. Una tía que trabaja en un centro de salud le ayudaría a hacer todo el proceso. “Incluso, ella me sacó mi pasaporte y le dije que cuando la fueran a operar, yo me iba y la cuidaba el tiempo que fuera necesario. Por eso no sé de dónde sacó la idea de irse en lancha a Curazao, cuando nuestros planes eran otros”, relata su madre.

El apoyo

El sustento de nosotros era ella, cuando sus hermanos estaban mal económicamente, ella era la que corría con los gastos”, afirma la señora Emilia. El hijo de Natalia sufre de epilepsia y actualmente está en tratamiento con especialistas en una clínica de Maracaibo, estado Zulia.

La familia de Natalia vive en el sector La Pista de Las Malvinas, en el municipio Colina. Crédito: Eliana Palencia

Natalia es muy amiga de Angélica Susana, una vecina que también viajaba en la embarcación y que fue rescatada en el mar por la Guardia Costera del Caribe Neerlandés junto con otras nueve personas. El hijo de Angélica Susana, Abraham Jesús, de tan solo 9 años, engrosa con Natalia la lista de los 14 desaparecidos.

Más información

Para la señora Emilia es indispensable que las autoridades de Curazao permitan a los rescatados comunicarse con sus familiares, para que puedan contar quiénes iban en la lancha y qué pasó.

Los pescadores se han sumado a las labores de rescate, apoyando a los cuerpos de seguridad. Crédito: Eliana Palencia

Yo digo que se les debe dar el derecho de comunicarse porque nosotros no sabemos nada. Uno que hable y se comunique puede decir si fue que salió una embarcación o dos, y qué fue lo qué pasó. Mi hermano es marinero de toda la vida y tengo otros familiares pescadores que se fueron a rastrear la zona. Ellos dicen que el mar no tiene nada”.

Los amigos y familiares de Natalia también recorren las costas falconianas en moto, pero no han tenido suerte. Sin embargo, la señora Emilia no pierde la fe. “Yo sé que mi hija está viva, si Dios no ha mandado señales en el agua, hay que buscar por tierra”, afirma.

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