
Historias del naufragio: Jeremy se subió a la lancha porque quería reencontrarse con su mamá en Curazao
Con 18 años recién cumplidos no dudó en tomar el viaje clandestino para ver a su madre. Hoy es uno de los 14 desaparecidos de la embarcación que zozobró en Curazao
La abuela de Jeremy Manuel Ernesto se aferra a la ropa sucia que dejó, a la almohada que usaba y el olor de las sabanas de su cama.
No deja que nadie entre a ese cuarto donde todavía están los vivos recuerdos de su amado nieto. Entra sola, llora y lo vuelve a cerrar. Ya tiene diez días sin saber de él, luego de que saliera en un viaje clandestino desde San José de la Costa, en el municipio Píritu del estado Falcón, para ingresar de forma irregular a Curazao el domingo 2 de marzo.
Jeremy Manuel Ernesto Espinoza Petit cumplió 18 años el 3 de febrero. Alcanzada la mayoría de edad, decidió reencontrarse con su mamá, que tiene unos ocho años en la isla, trabajando para mantener a su familia en La Vela, el pueblo pesquero del municipio Colina en el estado Falcón.

Su tía Yohana Rodríguez contó que su sobrino tenía mucho tiempo con ganas de irse con su mamá, pero terminaban convenciéndolo para que se permaneciera un tiempo más en casa. Intentaban persuadirlo diciéndole que tenía que acompañar a su abuela, que ha sido su segunda madre. También que era importante que concluyera el bachillerato, pero cuando insistía mucho con el tema de emigrar en lancha, le recordaban que era menor de edad y debía esperar su momento.
Cumplidos los 18 años, Jeremy le suplicó a su mamá que le pagara el viaje para reunirse con ella. Además de extrañarla, tenía la certeza de que en la isla podría trabajar y generar mayores ingresos de los que podía tener en Venezuela.
La logística
La mamá habló con sus vecinos de toda la vida para que se hicieran cargo de Jeremy, con la esperanza de que sí iba con gente conocida tenía menos riesgo. Aunque el jovencito se defendía muy bien en el agua, ya que bañarse en la playa es una costumbre casi diaria en estas zonas de Falcón, su abuela no aceptó que le pusieran un salvavidas reconstruido. Entonces, pagó por el puesto y les dio a los organizadores 30 dólares adicionales para recibir un salvavidas nuevo, que le darían al momento del zarpe.
“Cuando el vecino vino a ver a Jeremy, mi mamá le preguntó cuántos iban y él le respondió que 15 personas porque era una lancha grande. Ella le advirtió que si se montaban16, Jeremy no iba, que se lo bajara y ya”, relata la tía del joven. Según las versiones, en total se subieron a la embarcación 24 personas.

Aunque la abuela no estaba de acuerdo con el viaje, entendió que su nieto ya era mayor de edad y desistió de detenerlo. Por la experiencia de vivir en La Vela y ver la angustia que han sufrido sus vecinos por la desaparición de sus familiares en el mar, la señora estaba pendiente de evitar la sobrecarga en la lancha, y de asegurarse de que su nieto tuviera un salvavidas nuevo y dos líneas de comunicación.
Con la emoción de volver a ver a su mamá y con la tristeza de dejar en el pueblo a su amada abuela, Jeremy se fue a San José de la Costa 15 días antes del zarpe. Por lo que contaba a su familia, los tenían en una casa mientras llegaba el resto de los viajeros.
El zarpe se suspendió varias veces, lo que hizo que el jovencito le dijera a su mamá que si no salían ese domingo previo a las festividades de carnaval, renunciaría al viaje. Estaba cansado de dormir mal, comer cualquier cosa que vendieran en una bodega cercana y, por supuesto, de esperar. El muchacho no estaba acostumbrado a pasar trabajo, porque su mamá y su papá que están fuera del país daban todo por su bienestar y comodidad.

La madre se comunicó con los viajeros a los que les encomendó su hijo y les dijo que si no salían ese domingo 2 de marzo, su hijo no iba. En ese momento informaron que el zarpe sería ese 2 de marzo cerca de las 5:00 pm. Antes de la media noche debían estar en la isla.
No avisó
El joven llevaba su celular y con él un chip con línea venezolana y otro con una de la isla para poder tener mejor comunicación con sus familiares, pero nunca avisó a sus parientes sobre el momento preciso del zarpe.
“El mismo domingo, como a las 4 de la tarde, él le escribió a mi mamá para que le hiciera el pago a una bodega por unos dulces que se llevaba para comerse en el camino y así evitar el mareo. Le dijo: ‘Abuela ya me voy porque vamos a recoger, ya nos vamos’, pues cuando salían de la casa donde estaban, perdían la señal. Mi mamá le envió un mensaje de voz donde le decía que aceptaba que se fuera por su futuro, pero nunca le llegó”, cuenta la tía.
La madre del joven recibió un mensaje también antes de las 5 de la tarde, donde su hijo le decía que ya estaban listos para zarpar, que estuviera pendiente para que lo recogiera. La respuesta de ella nunca le llegó.
Oscuridad total
Los reportes de los familiares que se han logrado conocer, después de que se diera la información de que la lancha había zozobrado, indican que todos iban en la embarcación Piská Fresku Curacao, aunque no hay prueba de ello. Hasta la fecha solo se ha confirmado una persona fallecida, María Guadalupe Jiménez Navarro, de 29 años, quien murió en Curazao tras ser rescatada por la Guardia Costera del Caribe Neerlandés.

Las familias solicitan información sobre las investigaciones que adelantan los organismos de seguridad en Curazao. Entre los nueve sobrevivientes del naufragio, uno velaba por Jeremy. Creen que las personas rescatadas pueden brindar detalles sobre esta tragedia, que dejó al menos 14 desaparecidos. “Necesitamos saber qué pasó para saber dónde buscar, si la lancha se hundió con todos ellos debajo del agua debe haber una franela, un zapato, un pantalón, una cartera, un celular”, expone la tía.
Las dos familias de Jeremy no pierden las esperanzas de conseguir al joven con vida, pues hay muchas interrogantes que no han sido respondidas. Para los parientes de los desaparecidos es importante que los gobiernos de Venezuela y Países Bajos trabajen en conjunto en las acciones de investigación para obtener respuestas a la brevedad posible.
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