Gobierno de Curazao amenaza con expulsar a Vigor de la refinería por incumplimientos
El primer ministro Gilmar Pisas admite que se siente engañado y decepcionado por la empresa, mientras aumentan las preocupaciones por la parálisis de un proyecto clave para la economía local
La situación con la empresa Vigor ha llegado a un punto crítico durante los últimos días, al extremo de que el primer ministro de Curazao, Gilmar Pisas, estuvo a punto de cancelar el contrato y expulsar definitivamente a la compañía del país.
Según Pisas, Vigor —empresa extranjera que en julio de 2024 firmó un contrato de arrendamiento para operar el terreno de la antigua refinería Isla y la terminal petrolera de Bullenbaai— no ha cumplido con sus obligaciones financieras. Esto incluye pagos de alquiler a la empresa estatal 2Bays y su filial Curaçao Refinery Utilities (CRU), además de deudas con varios contratistas locales que han realizado trabajos para la compañía.

La indignación del primer ministro quedó evidente en declaraciones ofrecidas a un programa radial local. “En la vida uno debe vivir muchas cosas, pero esta es una de las mayores decepciones que he tenido recientemente”, expresó. Pisas afirmó sentirse “engañado”, ya que lo que Vigor había prometido e inicialmente presentado al gobierno “no es lo que debía ser”.
De Oryx a Vigor
Vigor —que inicialmente operaba bajo el nombre de Oryx— se comprometió a reactivar la refinería y sus instalaciones asociadas. El acuerdo inicial había sido recibido con optimismo por parte del gobierno y la población, después de años de incertidumbre tras la salida de Pdvsa en 2019.
“Al principio todo marchaba bien y parecía muy positivo”, dijo Pisas.

Sin embargo, los problemas surgieron cuando Vigor exigió renegociar tarifas y condiciones tras un desacuerdo relacionado con Global Oil, un consorcio estadounidense que busca establecer una planta de producción de asfalto con fines de exportación dentro de las instalaciones de la refinería.
Vigor argumentó que las tarifas del uso de las utilidades debían reducirse. Pero la antigua Refinería di Kòrsou (hoy 2Bays) se negó a modificar el acuerdo. Tras esto, los pagos dejaron de llegar, aseguró Pisas.
Viaje a Londres
Debido al retraso en los avances, Pisas anunció en octubre que enviaría una delegación oficial a Londres para reunirse con la cúpula ejecutiva de Vigor. El propio primer ministro decidió no participar para no involucrarse demasiado directamente en el proceso.
La delegación estuvo compuesta por cinco representantes de 2Bays: el director interino Patrick Newton, junto con Hans Vissers, Edgar Hermelijn, David de Haseth y Richard Arends.

Pero al llegar a Londres, surgió una sorpresa: el propietario de Vigor, Ghanim Saad M. Alsaad Al-Kuwari, no se presentó, a pesar de los acuerdos previos. En su lugar, los delegados se encontraron con los mismos representantes con quienes ya habían tratado repetidamente en Curazao.
“Me enojé muchísimo”, confesó Pisas. El primer ministro aseguró que, si dependiera solo de él, habría “cerrado la operación y expulsado a Vigor inmediatamente”. Sin embargo, reconoció que una acción tan abrupta tendría consecuencias directas para cientos de trabajadores y contratistas que aún esperan pagos.
Impacto laboral y económico
La incertidumbre generada por Vigor no solo afecta al gobierno, sino también a decenas de empresas locales contratadas para realizar trabajos dentro del complejo industrial. Muchas de ellas aún no han recibido pagos, lo que agrava la presión financiera en la cadena de proveedores.
Además, la reactivación de la refinería —vital para la economía de Curazao— vuelve a quedar en suspenso, generando preocupación en sectores laborales, empresariales y sindicales.
Primera reacción oficial
Después de días de silencio ante la prensa, 2Bays finalmente emitió una breve declaración: “La situación es actualmente status quo”. No ofrecieron detalles adicionales sobre posibles decisiones, negociaciones en curso o plazos para resolver el conflicto.

Esta falta de claridad alimenta más la incertidumbre en un proceso que ya ha sido marcado por retrasos, conflicto contractual y señales de incumplimiento.
Ultimátum
La posición del primer ministro es clara: Curazao no tolerará incumplimientos prolongados ni maniobras evasivas por parte de Vigor. Pisas reiteró que la empresa firmó un acuerdo vinculante y debe honrar sus compromisos.
Mientras tanto, el país espera definiciones. Cada día que pasa sin una solución aumenta el riesgo financiero para contratistas locales y prolonga la paralización de un proyecto clave para la economía nacional.
Por ahora, el futuro de Vigor en Curazao permanece incierto. Pero lo que ya está claro es que la paciencia del gobierno se está agotando rápidamente.






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