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Condenan a hombre por lavado en caso de oro venezolano incautado en Aruba en 2018

Un empresario de origen venezolano fue sentenciado a 113 días de prisión y la confiscación definitiva del metal precioso, llevado a la isla desde Maracaibo

Un empresario holandés de origen venezolano fue condenado a 113 días de prisión (3 meses y medio) al determinarse su culpabilidad en el lavado de fondos y la falsificación de documentos relacionados con una exportación de oro venezolano.

La sentencia fue impuesta en noviembre de 2024 por el Tribunal Mixto de Justicia de Aruba, Curazao y San Martín y de Bonaire, San Eustaquio y Saba, una entidad colegiada encabezada para este juicio por el magistrado Paul Waarts. Pero la sentencia correspondiente apenas fue publicada el 3 de febrero.

De acuerdo con los registros judiciales, este proceso comenzó el 9 de febrero de 2018 con la confiscación de un maletín con 46 lingotes de oro, cuyo peso neto era de 55,9 kilogramos.

El metal precioso fue llevado a la isla el 9 de febrero de 2018 en un vuelo de Air Aruba, procedente de Maracaibo. Este procedimiento de las autoridades aduaneras arubeñas suscitó amplia cobertura de los medios locales e internacionales, pues confirmaba la utilización de la isla por parte de las redes que trafican metales preciosos extraídos del Arco Minero venezolano.

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El único encausado por este caso fue el venezolano nacionalizado holandés Juan Carlos Toro Rodríguez, director de Paoro Armored Transport Aruba. Según los registros corporativos de la Cámara de Comercio de la isla, esta compañía fue incorporada en febrero de 2003, con dirección en el Arolex Center de la capital, Oranjestaad.

Toro presumiblemente llegó en el vuelo acompañado por otros dos individuos, que fueron entrevistados en calidad de testigos.

Durante las pesquisas se determinó que el oro, valorado entonces en 2,1 millones de dólares, había sido entregado en Venezuela con documentación de una firma estatal, Oro Azul CA.

De acuerdo con uno de los testigos entrevistados por las autoridades, el cargamento fue entregado al momento de adquirir los boletos para el vuelo, el 8 de febrero de 2018.

El condenado relató la forma como operaba este grupo de traficantes de oro

“Cuando llegué a Maracaibo, dos hombres venezolanos se dirigieron a mí por mi nombre. Uno de los hombres era delgado y blanco. Luego nos dirigimos al hotel. El hombre blanco delgado me dijo que me recogerían al día siguiente. Al día siguiente (…) fuimos al aeropuerto. El hombre blanco me dijo que fuera a registrarme para mi vuelo y que ellos se encargarían de la aduana y del oro. Cuando terminé de registrarme fui a la sala de espera. Allí se me acercaron dos funcionarios de aduanas y me preguntaron si quería acompañarlos hasta su oficina. Dentro de la oficina, los funcionarios de aduanas me entregaron cuatro bolsas azules. Luego coloqué las cuatro bolsas en mi maleta y mochila. Luego fui a la sala de salidas para esperar mi vuelo a Aruba”, fue su relato.

Posteriormente, reveló que este era un procedimiento aplicado habitualmente para el traslado del metal precioso.

“Confían en mí (…) No es la primera vez que transporto oro”, dijo.

La corte del Caribe Neerlandés sentenció al empresario de origen venezolano a 113 días de prisión

En el expediente judicial, los interrogados aclararon que todas las operaciones son pagadas por los receptores finales. En el caso investigado, estaban en Dubai. Hasta allá llegarían mediante un vuelo comercial, con escala en Amsterdam.

El oro aparecía declarado con origen en Países Bajos, en una plataforma gubernamental de Aruba, conocida como Asycuda. El cargo por falsificación surge del hecho de que debía ponerse como lugar de origen Venezuela. Además, se había colocado en estos trámites la dirección de un bufete de abogados, con el que el grupo no guardaba relación desde 2017.

20 envíos

El expediente contiene información sobre la existencia de una ruta para el traslado de metales preciosos, desde Venezuela hasta Estados Unidos, países europeos y Dubai.

Los puntos para la acumulación de los cargamentos son Aruba y Curazao, bajo la fachada de empresas pertenecientes al mismo grupo. Uno de los “corredores” del metal indicó que desde 2012 se habían hecho alrededor de 20 traslados.

Según el juez Waarts, esta es una organización que elude en lo posible dejar cualquier rastro de papel sobre los procesos de exportación. De allí que los sospechosos aseguraran que todo se hacía sin contratos, solo basados en la “confianza”.

“El sospechoso no investigó ni hizo preguntas sobre el origen del oro. La transacción implicó el uso de empresas fantasma. La administración no contiene una sola factura de un proveedor en Venezuela, ni un contrato de compraventa ni administración de cuentas por pagar, ni siquiera respecto de la transacción en cuestión. Estas circunstancias justifican una fuerte sospecha de lavado de dinero”, concluyó el letrado.

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