Migración

Claman desde el refugio de Curazao: “¡Necesitamos que Venezuela nos abra las puertas!”

Héctor Ortega, uno de los venezolanos varados en la isla, señala que los gobiernos de Willemstad y Caracas no informan cuándo se reactivarán los vuelos humanitarios. Dice que se quedó sin dinero tras pagar más de 400 dólares para retornar al país

Héctor Ortega clama por una solución, pero solo recibe excusas. “Todos los días nos dicen tengan fe, esperanza, esperen a mañana”, cuenta Ortega, uno de los 80 venezolanos que se encuentran en un refugio habilitado en Curazao para los pasajeros varados por la suspensión de los vuelos humanitarios de los días 21 y 22 de diciembre.

Los gobiernos de Curazao y Venezuela no nos han dado una respuesta concreta, nos tienen en el desespero sin saber cuándo nos vamos a ir”, relata a Crónicas del Caribe este hombre de 33 años, oriundo de Barquisimeto, estado Lara, que aspiraba a retornar a tiempo para celebrar la Navidad con su esposa y su pequeña hija de 3 años que lo esperan en su hogar.

Ortega señala que han logrado sobrevivir en el albergue gracias al respaldo de organizaciones de la sociedad civil como Venex Curacao, Refugiados Unidos -encabezada por Carlos Rivas- y la Fundación Aliados Dominicanos Unidos, entre otras. “En el refugio estamos quienes ya no tenemos residencia, dejamos las casas donde nos hospedamos y vendimos todo porque nos vamos de regreso a Venezuela, así que no tenemos dinero”, explica el barquisimetano.

La sociedad civil se movilizó en respaldo a los refugiados. Crédito: Refugiados Unidos

Aunque el vuelo es catalogado como “humanitario”, aclara que él corrió con todos los gastos. El boleto le costó 263,88 dólares, la prueba PCR del coronavirus otros 88,88 dólares y, además, canceló al Consulado de Venezuela 50 dólares por una “carta de ruta”, pues tiene su pasaporte vencido.

“Necesitamos salir de aquí, necesitamos una respuesta urgente. Son muchos días de desespero, necesitamos ver a nuestras familias, necesitamos que Venezuela nos abra las puertas y podamos entrar tranquilamente”, insiste sumido en la incertidumbre.

En el vacío

El Instituto de Aeronáutica Civil (INAC) de Venezuela había autorizado la realización de tres vuelos humanitarios desde Aruba (19 de diciembre) y Curazao (21 y 22 de diciembre). Sin embargo, a última hora cambió de decisión. Todo ocurrió luego de que la vicepresidenta Delcy Rodríguez denunciara el 13 de diciembre que el Reino de los Países Bajos no le permitió viajar hasta La Haya, donde tenía previsto reunirse con el fiscal de la Corte Penal Internacional, Karim Khan.

La negativa del INAC dejó varados en Curazao a 283 venezolanos. Esos aviones, con capacidad para 140 personas y operados por Laser Airlines, trasladarían a distintos tipos de pasajeros: desde deportados que están detenidos por las autoridades curazoleñas, hasta compatriotas con estatus legal que residen en Bonaire, y que aprovecharían la oportunidad para aterrizar en Caracas.

En el refugio disponen de camas literas para los varados. Crédito: Refugiados Unidos

Técnico superior en Informática, Ortega arribó a Willemstad el 24 de octubre de 2014. Llegó como turista e hizo todo lo que estuvo a su alcance para conseguir los papeles. Trabajó como empacador en un supermercado y luego pasó a una tienda donde puso en práctica parte de los conocimientos de su profesión. 

También buscó abrirse un espacio jugando beisbol, su gran pasión, y ofreció sus conocimientos como entrenador de caballos de paso. Nada sirvió para conseguir los permisos de trabajo y estadía que tanto anhelaba.

Para colmo, fue estafado por un abogado que se comprometió a asesorarlo en el proceso de legalización. “Te quitan el dinero y después se pierden”, advierte. En estos siete años como emigrante, sufrió en carne propia el deterioro de la situación que enfrentan los venezolanos en la isla. “Todo es muy difícil, persiguen mucho a los ilegales, no dan oportunidades, hay discriminación y yo me cansé de vivir en zozobra”, expone.

Los pasajeros exigen respuestas a la cónsul de Venezuela, Marisol Gutiérrez

Fracasados los intentos por abrirse paso en Curazao, desea volver cuanto antes a su patria para reiniciar su vida con su familia. “En el refugio hay mujeres embarazadas, niños y un joven que vuelve porque su madre falleció, pero ya no pudo despedirla”, lamenta. Hasta el cierre de esta nota, Ortega continúa esperando por una solución al problema. “No queremos pasar el 31 en estas condiciones, esto es inhumano”, denuncia.

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