“Nos esposaron como delincuentes”: Venezolanas denuncian que policía de Curazao montó un show mediático con detenciones arbitrarias
Las migrantes provenientes de Venezuela señalan que fueron grabadas para ser expuestas en televisoras y redes sociales de la isla, mientras recibían amenazas de deportación
Entre el 14 y 21 de octubre detuvieron a tres venezolanas en controles policiales en Willemstad, capital de Curazao. Agentes de seguridad redujeron y esposaron a esas mujeres por no llevar con ellas sus pasaportes. Sin embargo, funcionarios de migración de la isla neerlandesa manifestaron que esos arrestos quebrantan la ley.
El gobierno de Gilmar Pisas extendió el plazo para regularizar la situación migratoria de los extranjeros en Curazao hasta el 31 de diciembre próximo, por eso se considera arbitrario detener a quienes ingresaron por vía aérea y con pasaporte.
A las mujeres se les esposó “como a unas delincuentes”, indica Mayerlin Jiménez a Crónicas del Caribe. El 21 de octubre fue retenida en el sector Otrabanda. Iba con una amiga venezolana en un vehículo. El suceso se hizo público en las redes sociales y medios de comunicación en Curazao.
La imagen las mostraba sentadas y reducidas ante la vigilancia de policías. “Ocurrió a las 9:10 de la mañana. Calculo que actuaron 15 oficiales. Nos amenazaron con la deportación. Mi compañera está casada con un curazoleño y tiene un hijo nacido aquí, pero eso no les importó”, manifiesta la zuliana de 32 años.
El pasaporte venezolano se convirtió en un documento muy preciado porque renovarlo es costoso y puede implicar un largo tiempo de espera. Por eso, prefieren dejarlo en sus casas. No quieren extraviarlo o que se los roben.
Relata que después de unos minutos, las llevaron a las oficinas de migración para reportar la novedad. Y en esa institución, los funcionarios de extranjería criticaron la acción deliberada de los agentes. “Nos dijeron que no debimos ser esposadas, que el procedimiento es irregular. En ese sitio fuimos liberadas de inmediato. Pasadas las 10 de la mañana ya estábamos libres. Lo único que querían era dar de qué hablar”, declara.
Jiménez no pudo evitar contar la tragedia que vive. Su esposo recibió amenazas de muerte y debió salir de Curazao. Él se dedicó a la construcción y fue contactado por una mujer curazoleña. Confió y buscó a varios ayudantes para armar una piscina. Pero la señora, después de iniciada la obra, se negó a pagarle. Los empleados que lo ayudaron reclamaron por su pago. En medio del desespero, acudió a la policía.
La curazoleña acudió a la sede policial luego de las denuncias, pero con dos hombres más. Lo golpearon frente a los policías -eso cuenta Jiménez- y lo amenazaron de muerte. Una semana antes de ser detenida, despidió a su esposo. “Juntamos dinero como pudimos para que se fuera. Yo, la verdad, no quiero nada con esta isla. Me iré a Venezuela en el vuelo humanitario del 30 de octubre”, asegura. Llegó con ilusiones de progreso en noviembre de 2019. Ahora está desesperada por la seguridad de sus hijos de 12 y 6 años, así como del bebé de ocho meses. El último nació en Curazao.
Prefiere quedarse
Yoselin Valdallo iba a trabajar el 14 de octubre cuando la policía la detuvo, también en Willemstad. Presta servicios de limpieza, y el hombre que la contrató se ofreció a llevarla en su vehículo a un local. A las 10:30 de la mañana fue abordada por una agente que le pidió sus documentos. No los tenía. El incidente generó reportes en los medios como si se tratara de una narcotraficante.
La falconiana de 27 años comenta a Crónicas del Caribe que pidió a los policías que esperaran en el puesto de control por su marido, quien había sido contactado por el hombre que la acompañaba para mostrarles el pasaporte venezolano con el ingreso legal en migración. “Pero decidieron llevarme a la comandancia en Río Canario”, detalla.
Valdallo narra que no le permitieron bajar del vehículo hasta el momento del traslado. “Yo quería salir porque hacía mucho calor. En ese momento no imaginé que sería esposada. Nunca me mostré agresiva. No les hablé de mala manera”, afirma.
Cuando salió del vehículo no le avisaron que sería detenida. “Estaba siendo grabada con una cámara. Mostraron mi cara y luego aparecí en las redes sociales y medios de comunicación”, lamenta.
Pese a que pasaron varios días de lo sucedido, le cuesta hablar. “Se me quiebra la voz”, admite durante la entrevista. Por los nervios tampoco pudo preguntar qué pasaba mientras la esposaban y grababan. “Lo hicieron para mostrarme así en los medios y redes sociales, porque a las 12 del mediodía ya estaba en mi casa”.
Ella tiene dos años en Curazao. Su hijo era muy pequeño cuando se instaló en la isla. “El papá del niño estaba acá, por eso me vine”, cuenta. Desde que llegó pensó en trabajar. La crisis económica la expulsó de Venezuela y necesitaba recuperar el tiempo perdido. “Allá no me alcanzaba el dinero para nada y salí por el futuro de mi familia”, reconoce.
Hizo estudios de sistemas en Venezuela y le gustaría continuar su formación. “Quiero ser productiva en Curazao. Ahora se nos hace muy complicado porque sin papeles no tenemos salud y un trabajo estable. Necesitamos un garante, pero nadie nos ayuda”, describe los obstáculos que debe enfrentar.
Pese a la inestabilidad, prefiere quedarse en Curazao. Valdallo recuerda sus tiempos críticos en Venezuela y se niega a regresar.
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