
Recursos limitados y posición vulnerable: debilidades de Bonaire para enfrentar la pandemia
Un estudio del Banco Mundial analizó el impacto que el COVID-19 dejó en la isla, entre marzo y diciembre de 2020. Se evaluaron las consecuencias en las áreas económica y social
La pandemia por el COVID-19 sorprendió a la humanidad, que no esperaba vivir un confinamiento tan extenso con unas consecuencias enormes en diversas áreas como la económica y social, por mencionar dos de las más afectadas.
El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al COVID-19 como una pandemia y, a partir de allí, solicitó a los países que activaran mecanismos de respuestas para enfrentarla.
Desde el 14 de marzo de 2020, el gobernador de Bonaire, Edison Rijna, anunció medidas. Por un lado, propició acciones para mitigar la propagación del nuevo virus y, por el otro, enfrentó la recesión económica que comenzó a dejar la inusual situación que impactó al mundo entero.

Bonaire, una pequeña isla en el Caribe que optó por convertirse en un municipio de los Países Bajos, tuvo que poner en práctica medidas como la suspensión del atraque de cruceros en su territorio. Además, cerraron las escuelas y centros educativos y cancelaron las reuniones públicas. La isla tiene una población que se calcula en poco más de 20.000 personas.
Asimismo, el gobernador comunicó el cierre de vuelos desde Europa y a partir del 17 de marzo de 2020, la prohibición también incluyó a los procedentes de Estados Unidos.
En revisión
Un estudio del Banco Mundial, solicitado por el gobierno de Bonaire, analizó el impacto de la pandemia entre los meses de marzo y diciembre de 2020. El trabajo titulado: “COVID-19, necesidades posteriores al desastre. Evaluación Bonaire. Evaluación socioeconómica. Marzo-diciembre 2020”, analiza los efectos la pandemia en áreas como la macroeconómica, humana y sectorial.
El estudio fue realizado por el Grupo Banco Mundial junto a la Unión Europea y el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR, por sus siglas en inglés), en alianza con la entidad pública de Bonaire y Resiliencia, Energía Sostenible y el Programa de Biodiversidad Marina (Resembid, por sus siglas en inglés).
La llegada del COVID-19
Aunque algunas islas vecinas estaban registrando desde marzo de 2020 casos del nuevo coronavirus, en territorio de Bonaire los primeros contagios se registraron a partir del 16 de abril de 2020, gracias a las medidas para contener el virus, indica el informe.
En septiembre la pequeña isla experimentó un incremento de casos, cuando sumaron 69 infectados. “En 2020 se realizaron 3.000 pruebas, se notificaron 165 casos y se atribuyeron tres muertes al COVID-19”, puntualiza el estudio del Banco Mundial.
Economía dependiente
La actividad económica en Bonaire, famosa por sus cristalinas playas, competencia de velerismo y atractivos naturales, se centra fundamentalmente en el área turística.
La economía de la isla es particularmente vulnerable a las conmociones externas, señala el informe. Y agrega que la variedad de actividades económicas es limitada.
“(…) La isla tiene recursos limitados para responder a desastres, incluidas las emergencias sanitarias. Bonaire es particularmente vulnerable a las medidas de respuesta, como el cierre de fronteras y la recesión de la economía mundial resultante de la pandemia. Las actividades económicas se concentran relativamente en torno al turismo (…)”, indica el informe.
El turismo que arribaba a la isla por aire o a través de barcos cruceros sufrió un significativo impacto desde el cierre de vuelos o atraques de embarcaciones de este tipo. Aunque en julio de 2020 el turismo por vía aérea se reanudó, la demanda fue escasa. Estaban en pleno apogeo los contagios y muertes por el coronavirus en el mundo entero.
“Se estimó que la contribución general del sector turístico, incluidos los efectos indirectos en las empresas que se dedican principalmente al turismo (por ejemplo, restaurantes, comercio minorista y otros servicios), representa entre el 60 y el 80% de toda la actividad económica. Esto es consistente con los resultados de la encuesta empresarial, que revela que el 77% de las empresas atienden a turistas”, asevera el estudio.
Sobre el comercio y otros sectores
Aunque la isla cuenta con una producción física relativamente baja de manufactura, posee un comercio e industria que respaldan aspectos como la construcción nacional, el comercio, y los servicios financieros y empresariales. “La disrupción fue menos pronunciada en los negocios no relacionados con el turismo”, afirma la investigación.
“La industria del transporte marítimo fue declarada una actividad esencial en Bonaire para garantizar que no se interrumpieran las importaciones de alimentos por barco. Sin embargo, los envíos aéreos se cancelaron durante varias semanas. Como consecuencia, no pudieron llegar a la isla productos frescos perecederos que se traían en avión. El impacto fue una escasez temporal de productos lácteos frescos, nata, quesos y leche envasada al vacío de los Países Bajos, que se resolvió cuando se restableció el transporte aéreo”, añade el informe.
La importación y exportación de productos agrícolas registró limitaciones debido al bajo volumen de carga, pues las empresas navieras no tienen a Bonaire como un puerto de escala.
Al no contar con una grúa en el puerto de la isla, solo podían movilizar cargas, pero no en contenedores de empaque. El informe concluye que se hace necesario el uso de la tecnología, para mejorar la agrologística que permita prevenir interrupciones a futuro.
Servicios públicos
En lo que respecta al subsector de los servicios públicos, el estudio concluye que no sufrió mayores interrupciones. Las medidas gubernamentales que cerraron escuelas y negocios no obstaculizaron la producción o distribución de electricidad, agua o la gestión de aguas residuales.
Tampoco hubo tensión en la oferta de servicios por el aumento de la demanda. “El uso residencial de agua y electricidad aumentó levemente, mientras que el uso no residencial (por ejemplo, industria y grandes empresas) disminuyó. El subsector de telecomunicaciones experimentó un aumento en la demanda de sus servicios (…) En general, la pérdida sufrida por el sector de infraestructura fue significativa. Sin embargo, su efecto se vio atenuado por los subsidios otorgados por el gobierno central”, indica el informe preparado por el Banco Mundial.
Impacto humano
El análisis del organismo también incluyó el impacto humano que tuvo en 2020 el COVID-19 en la sociedad de Bonaire y en el bienestar de la población. En este sentido, la evaluación se centró en la crisis en el acceso a los servicios sociales, medios de vida relacionados con el empleo, ingresos y desigualdades, seguridad alimentaria, inclusión social y de género en grupos vulnerables, así como el impacto en la protección social.
“Bonaire tiene una población bastante dinámica de poco más de 20.000 personas, impulsada por la migración a la isla y por los jóvenes que emigran a los Países Bajos para estudiar y regresar, en promedio, después de un período de estudio de siete años”.
En 2018, con una población de 19.549 personas, el ingreso per cápita se ubicó en 25.833 dólares americanos. La pandemia de COVID-19 expuso la fragilidad de varios segmentos de la población, destacando en particular un grupo de unas 400 familias, que representan en promedio el 5% de los hogares, que se identificaron como con necesidades importantes.
Aunque la mayoría de las 400 familias ya contaban con el apoyo de los servicios sociales o de protección, algunos eran casos nuevos. A su vez, se identificaron unos 80 niños de entre 0 y 17 años, incluidos menores con discapacidades, cuyos padres tal vez no pudieron brindarles el apoyo necesario y adecuado. A las personas consideradas más vulnerables se les proporcionó una guardería adicional y después de la escuela, servicios de atención.
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