Economía

El covid y la migración alimentan la economía informal en Aruba

Casi el 20% del producto interno bruto se sumerge en la llamada “economía en las sombras” de la isla, revela una investigación gubernamental

Carlos (nombre cambiado) tiene cinco años sobreviviendo en Aruba.

Luego de desempeñarse como albañil y ayudante de cocina, este carabobeño terminó tras un volante, como parte de un creciente grupo que los nativos de la isla ven con cierto desdén.

Aquí nos llaman taxistas piratas. Es un poco denigrante. Nos tocó así, y de alguna manera hay que sobrevivir”, expresó.

Al principio, le afectaba escuchar ese calificativo. Ahora, contesta con orgullo: “No soy taxista pirata, soy un transportista”.

Carlos se mueve en lo que el profesor e investigador del Departamento de Asuntos Económicos, Comercio e Industria Jason LeJuez ha calificado como “economía informal” o “de las sombras” (shadow economy). Según su propia explicación, se trata de una actividad que “está escondida”.

“La gente no quiere que salga a la luz”, añadió.

Paradójicamente, Carlos ha sabido publicitar su servicio. Actualmente, incluso, lleva estudiantes a sus escuelas en las mañanas, y luego los regresa a sus residencias. Su mejor propaganda es la recomendación boca a boca. El WhatsApp es, junto al automóvil, su principal herramienta de trabajo.

“Tengo clientes que me conocen desde hace tiempo. Trabajo con recomendados. Hay mucha gente que me escribe con números que no conozco. Y si no los conozco, no les presto el servicio”, explicó.

En ascenso

La economía informal representa un problema para los estados, puesto que no rinde tributo. En febrero, LeJuez y el doctor Friedrich Schneider presentaron en la Cámara de Comercio de la isla el resultado de una investigación encomendada por el gobierno arubeño.

Según este cálculo, la economía en las sombras ha ganado terreno en los últimos años, especialmente como consecuencia de la pandemia por el covid-19. En 2020, ya representaba el 19,7% del producto interno bruto (PIB) de la isla.

De cada cinco florines, uno pertenece a la economía informal”, sentenció LeJuez.

Las estadísticas del Banco Mundial indican que para 2020 el PIB de Aruba equivalía a unos 3 millardos de dólares. Por ende, el sector donde operan trabajadores como Carlos representó unos 600 millones de dólares.

En Aruba no están permitidas las ventas ambulantes, como sí ocurre en Venezuela. Por lo tanto, una parte de la economía informal se desarrolla a través de las redes sociales. Los grupos Facebook de venezolanos que residen allí son como las vitrinas de un centro comercial. Ofrecen pastelitos de carne, ropa, calzados, gestorías de todo tipo, perfumes y una larga lista de bienes y servicios.

Esta actividad, explicó LeJuez, generalmente se desarrolla en efectivo. Para calcular su magnitud fue necesario acudir a un modelo establecido por expertos como Schneider, que permiten determinar las variaciones en la demanda de papel moneda. Algunas son justificadas por la actividad económica legal, mientras que otras no. Estas últimas son consideradas como “excesos”, y serían una consecuencia directa de la actividad informal.

Gran flujo

En el reporte presentado por los investigadores se indica que uno de los factores para el crecimiento de la economía informal en Aruba podría ser la diáspora venezolana.

“Un factor que posiblemente contribuiría a la informalidad fue el gran flujo de inmigrantes ilegales venezolanos que huyen del serio declive económico en su país natal”, afirmaron. No obstante, aclararon que es necesario profundizar más en este aspecto.

Según estimados de la oficina de Naciones Unidas para Refugiados (Acnur), unos 17 mil venezolanos han ganado las costas de Aruba en la búsqueda de una vida mejor a propósito de la emergencia humanitaria compleja. Sumados a los que se asentaron por métodos convencionales, sobrepasarían los 25 mil inmigrantes.

Los migrantes ilegales enfrentan un mercado laboral muy limitado. Crédito: ACNUR/Berber van Beek | Studiorootz- Photography

Cuando Carlos trabajaba como constructor y cocinero, ambas cosas a la vez, su ingreso mensual era de unos 3.600 florines (casi 2 mil dólares al cambio actual). Hoy en día gana más que eso, aunque reconoce que su jornada laboral puede ser de 16 horas diarias.

“Lo bueno es que uno maneja su horario de trabajo”, afirmó.

El estudio presentado por LeJuez y Schneider recomienda la realización de una encuesta de amplio alcance para determinar con precisión las actividades que son más susceptibles de ser abarcadas por la economía informal, mejorar la recolección de datos en torno a la magnitud de los distintos sectores y, finalmente, designar una comisión encargada de trazar las medidas inmediatas para la reducción la informalidad.

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